La pausa en la financiación detiene los talleres de narración estudiantil
Un programa de narración estudiantil del condado de Santa Cruz, que alguna vez fue próspero y que ayudaba a los estudiantes a ganar confianza y a encontrar su voz, se ha suspendido debido a la falta de financiación.

Los estudiantes que antes se escondían en el fondo del aula ahora se ponen de pie, actúan y comparten sus vidas con sus compañeros, gracias a los talleres "El Arte de la Narración" de Joe Wright, que han estado suspendidos por ahora debido a problemas de financiación.
Periodista y autor, Wright ha dedicado su carrera a crear sus propias historias. A través de los talleres, ha ayudado a los estudiantes del condado de Santa Cruz a descubrir el poder de contar las suyas.
“En 2019, el superintendente del condado de Santa Cruz me pidió que impartiera un seminario en la escuela preparatoria Nogales,” dijo. “Hablé con los estudiantes sobre la escritura, sobre el proceso de convertirse en escritor. Lo disfruté mucho.”
El seminario fue un éxito, y el distrito le preguntó si podía convertirlo en algo más grande. Cuando llegó la pandemia, dedicó su tiempo a desarrollar el plan de estudios, integrando las clases de filosofía que estaba tomando en ese momento con las lecciones.
Lo que comenzó como un breve seminario se transformó en un programa de verano de dos semanas y, con el tiempo, se expandió a un programa extraescolar de nueve meses.
El Arte de Contar Historias ha llegado a estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria, y se ha impartido en sesiones en el Boys & Girls Club. La mayoría de los talleres incluyen entre 14 y 16 estudiantes.
Los talleres recorren la historia de la narración, combinando cada día historia, debate y creatividad práctica. La primera lección comienza con pinturas rupestres, donde los estudiantes estudian arte antiguo y luego usan pinturas de dedos para contar sus propias historias de vida.
"Se trata de mostrarles que, incluso antes de que tuviéramos palabras, los humanos necesitábamos contar historias," dijo Wright. "Quiero que entiendan por qué contamos historias y por qué las compartimos."

A partir de ahí, el programa recorre la evolución de la narración a lo largo de la historia, explorando medios como la narración verbal, la performativa, la musical, la escrita, la informativa y la influyente.
Al finalizar el programa, los estudiantes presentan un proyecto final a sus familiares y amigos y se marchan con un certificado y, según Wright, con una nueva sensación de confianza.
Wright afirma que los cambios que observa en los estudiantes son casi inmediatos y que a menudo son percibidos por padres y profesores.
"En una semana, niños que eran demasiado tímidos para decir una palabra se ponen de pie y presentan sus ideas ante la clase," comentó.
Recordó a un niño que participó en el programa tres veces tras perder a su padre durante la pandemia. Al principio, el niño llegaba a los talleres retraído y aislado, pero poco a poco fue ganando confianza, hasta que finalmente se unió a una banda en su escuela y conoció a nuevos amigos.
"Me dijo que el programa le dio la confianza para apropiarse de su historia," comentó Wright.

Wright considera la narración como una forma de empoderamiento que ayuda a las personas a comprender el mundo, algo que, según él, los estudiantes pueden aplicar a todos los aspectos de sus vidas.
“La narración enseña empatía,” dijo. “Se trata de comprenderse a uno mismo y a los demás, y de apropiarse de la propia historia antes de que alguien más la cuente por ti. Cuando los niños comparten sus escritos, no se les ridiculiza, sino que se les anima. Ese momento de aceptación es poderoso.”
Pero incluso con todos sus beneficios, las dificultades económicas han puesto el programa en pausa, y Wright impartirá su último taller próximamente durante el verano en la Escuela Primaria AJ Mitchell en Nogales, Arizona.
A pesar del contratiempo, Wright aún espera expandir el programa y, eventualmente, impartir talleres para adultos.
Su misión, ya sea enseñando en un aula, hablando alrededor de una fogata o escribiendo, es recordar a los jóvenes que la narración es de todos.
“Creo mucho en ello,” dijo. “Solo necesito descubrir cómo mantenerlo vivo.”
McKenna Manzo es estudiante de posgrado en la Universidad de Arizona y pasante de El Foco de Tucson. Contáctala en mckennamanzo@arizona.edu.
Esta nota fue traducida por Diana Ramos Sacaria, exalumna de la Universidad de Arizona y reportera de El Foco de Tucson. Contáctala en dianacrsacaria@gmail.com.
El Foco de Tucson es una sala de prensa comunitaria que ofrece oportunidades remuneradas a estudiantes y periodistas emergentes del sur de Arizona. Por favor, considera apoyar nuestro trabajo con una donación deducible de impuestos.
